viernes, 22 de junio de 2007

Mi confeción...

Bueno este pequeño texto de mi autor{ia sera proximamnete rescrito en video... Es un monologo muy simple pero me imagino que la trama gustará...


Sí, fui yo. Soy yo.
No fue un acto de venganza, tampoco fue por placer. Simplemente lo hice.
Él era muy cobarde, muy débil, no estaba listo para este mundo y por eso lo hice.
En el fondo era una persona mala, Llena de furia. Si yo no lo hubiese hecho, lo hubiese hecho él…a cualquiera.
Por eso no me arrepiento.
Lo conozco. Bueno lo conocía, los de su clase son los peores: siempre cautelosos, siempre serenos.
Pero en el fondo
Reprimen.
Odian.
Mienten.
Era una bomba de tiempo.
Cualquier momento explotaría contra alguien a quien amo.
Fue, más bien, un acto de piedad, por ellos, por los inocentes ¿Qué si lo volvería a hacer? No lo se, procuré que no sufra. Estoy tranquilo ahora.
Pero ese momento…
Tan solo hace horas…
Estaba muy mal, nervioso, inquieto.
Era algo que tenia que hacer y eso es todo.
Aun siento sus manos húmedas sobre mí.
No decía nada, pero en el fondo quería que lo hiciera también
Fue un rito ya muchas veces practicado por ambos.
Su fría respiración, sus ojos muy abiertos, como a la expectativa de que solo ocurra…
Y esta vez para siempre.
Así fue, como ambos lo planeamos: sin dolor, sin tensión, sin conciencia.
Me volví un animal loco, enfurecido, tras mi presa.
Entré en su habitación, en su podrido mundo.
Lo vi., me vio. Pudo defenderse, gritar, huir. Pero no lo hizo, me vio.
Fui muy concreto: “Tú sabes por que estoy aquí esta noche.”
El asentó con la cabeza.
Escapó una lágrima, no se si suya o mía, pero eso no importa.
Me dio mucho miedo. Le tenía mucho miedo.
Sobretodo cuando se paró. Casi me orino ahí mismo por él temor.
Solo pude respirar el verdoso aire que nos invadía, como de cementerio
Eso, eso siempre fue así en él, donde él estaba.
Mire hacia su crucifijo, aquel que está en la pared.
Fue extraño, me perdí.
Pude ver.
Sentir.
Oler el dolor del cristo de cerámica.
Cuando volvía de esa sensación.
Él me miraba a mí.
La cuerda estaba entre sus manos.
La alzó, como ofreciéndomela
Con la mirada me mostró una viga.
Lo suficientemente alta.
Y se volvió a sentar
Tuve tiempo suficiente para acomodar la cuerda.
Para sujetarla a la viga.
Un solo puñete en la cara. Se desmayó.
¿O fui yo?
Sus pies colgaban como a cinco centímetros del piso.
Pero su mirada,
Su mirada aun brillaba.
No dejaba de acosarme
Era lo último que vería y no quería perderse ni un detalle de mí.
Lo deje. Debió ser su última voluntad.
Mirarme.
Él ahora está mejor
Yo lo salve de si mismo, de mí, del mundo.
Él no tenía miedo y yo ahora Tampoco.
Me siento libre.
No me importa lo que hagan de mí.
O quien lo haga.
Soy libre por liberarlo
¡Sí!
Yo estuve esa noche en la habitación de ambiente verdoso.
Yo amarre la soga
La puse alrededor del cuello
Con el pie deje caer la silla.
Estaba solo.
No había nadie más
¡Sí!
Mi muerte
La de él
La de todos.
Y lo volvería a hacer.
Solo aprendí a sufrir
Y ahora por fin soy libre.

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