viernes, 22 de junio de 2007

de mi Trabajo....

Todos los textos que aqui puedes encontrar son escritos que los he desarrollado a lo largo de este semestre... los he publicado el dia de hoy despues de algun tiempo pensando sobre correcciones, retoques, etc. pero bue... espero que les guste y proximamente añadiré nuevos pensamientos y ficciones que envician...

Desde la sombra de Peter Schleminhl

Bueno aqui esta otro vicio mio... cuando acabé de leer "LA MARAVILLOSA HISTORIA DE PETER SCHLEMIHL" ( Adelbert von Chamisso) intenté escribir un "resumen" pero contado en las posibles palabras personaje más importante de este cuento: La sombra. bueno aqui va otro intento:

La Sombra de Peter Schleminhl




Con los primeros rayos del sol aparecí. Me extendí por sobre una superficie de maderas húmedas, un olor fuerte, como peces no salados debidamente, invadía el lugar. Mi labor era seguirlo, a él, con quien siempre estuve, y supuse que aquí, donde llegábamos en busca de suerte, también lo acompañaría.

Pese a mi falta de vista, ya que no poseo ojos (ni ningún otro órgano o sistema) busqué y seguí fielmente a Peter imitándolo en su caminar y gesticulación general.

Rápidamente entramos juntos a un edificio, cuya sombra no era tan intimidante como otras que he visto y sobre todo con una que veré hoy mientras mi buen amigo realiza lo que vino a hacer. En el edificio nos instalamos. Mientras él dejaba sus maletas, llenas de ropa harapienta (Ya que su mejor y único traje era el que llevaba puesto), yo dejaba las mías, obscuras, sin forma específica y vacías, o más bien, llenas de negro. También entabló conversación con un hombre (Yo solo veía su sombra, no cruzamos palabra) y salio rápido por la misma puerta por la que entramos, al parecer este hombre de sombra callada e irrelevante, le dio cierta información sobre una persona (un tal Thomas Jonh, no lo oí pero lo supe por el movimiento de sus labios).

Al llegar a nuestro destino nos asombramos, él por la magnificencia de la arquitectura que estaba en nuestro delante, y yo por la sombra que esta proyectaba. Con gesto dudoso, Schleminl, tiró del hilo de una campana ubicada en la entrada. Debió haber hecho un estrepitoso sonido ya que segundos después otra sombra salió. Mi amigo se encogió de brazos al estar frente al mayordomo, pero yo fui algo más soberbio, aquella sombra con aires de elegancia no pudo intimidarme. Yo me desplegué soberbia, entre nubes rastreras que cubrían el pavimento fuera de la gran casa. No sé cómo pero sé que el mayordomo dirigió su mirada a mí después de una breve conversación mantenida con mi amigo, creo que mi soberbia lo convenció para dejarnos entrar.

Ahí las sombras se confundían unas con otras. Sombras de cosas y personas, de los árboles con las de las nubes que errantes demoraban en pasar. Yo, por supuesto, nunca dejé mi soberbia, se lo debía a Peter, él era más que un amigo, siempre juntos, de una aventura a otra, pero nunca inseparables, era lo menos que podía hacer por él, mantenerme sereno y tratar de conseguir nuestro objetivo para ya no caminar por el mundo en busca de suerte, ambos estábamos ya cansados. Me di cuenta después de un rato que seguíamos a una sombra en especial, que el resto también la seguían, pero no como nosotros.

No supe distinguir, tal vez por la rapidez del asunto, lo que Peter avanzó a darle a la otra sombra, junto a la cual mi amigo permanecía aún más encogido de hombros que con el mayordomo y su elegante sombra. Nos alargábamos con el paso del sol, pasaba ya medio día, y aquella reunión de personas y sus sombras se había vuelto algo monótona. Pero de repente algo me llamó la atención. Frente a mí y en lo alto de una colina, donde el sol iluminaba con más fuerza, una sombra lánguiducha sacó de su gris masa proyectada en el suelo lo que aparentemente sería un catalejo y de la misma manera una alfombra y una tienda de acampar con la que pudo ahogar a varias sombras que sobraban en la reunión, pero nunca a mí. Sobre esta sombra, un tanto gris, se sobrepusieron, una tras otra la de tres caballos que enseguida empezaron a cabalgar libres por el campo. Lo extraño es que nunca me percaté de esas sombras hasta que estuvieron encima del extraño quien desprendía nuevos objetos de su cuerpo. Así también Peter se dio cuenta de esta persona, por mi asombro.

No se si fue el terror de estar cerca de esta persona, que practicaba magia negra, pensamos; o el apuro de conseguir una respuesta al asunto que vinimos a realizar en primer lugar, pero Peter salió casi corriendo del lugar y yo, por supuesto, atrás como buen amigo que siempre fui hasta ese día. Cuando estaba preocupado por encontrar al tal Thomas Jonh esa sombra gris y larga me sorprendió por atrás, casi desaparezco del susto cuanto Peter Schleminl volteo al llamado del dueño de esa sombra. No estoy seguro de lo que pasó entonces. No pude prestar atención a la conversación entre mi amigo y el dueño de la sombra gris ya que, me distraje analizándola. Cuando volví en mí, aquella sombra me ofrecía algo que yo sabia no debía aceptar. La voluntad de Peter fue más grande. Inmediatamente sentí, por primera vez sentí, un frió escalofriante me abrazó desde arriba. El calido ambiente del suelo hirviente por el sol me fue ajeno mientras Peter asombrado se alejaba. Lo vi por última vez antes que el hombre largo de sombra gris me hiciera un doblez y me encerrara en una bolsa.

¡Oh! Peter, ahora lo comprendo, como pudiste venderme. Yo, el más fiel de los amigos, incondicional, soberbio. Un año pasaría para volverte a ver. Sé, porque ese tipo de noticias viajan rápido, que tu desdicha sin mí fue inmensa. Ya imagino todas esas sombras burlonas llenando mi espacio a tu paso. Aunque nunca he oído, ni lo haré jamás, ahora puedo sentir compasión por ti de todas esas cosas que te habrán dicho: ¡Ese hombre no tiene sombra!, ¡Es un fenómeno! ¿Qué clase de persona pierde su sombra? La misma pregunta que todavía me la hago, ¿Quién desvaloriza mi importancia? ¿Quién cree que puede prescindir de mí? Sin duda fuiste un tonto Schleminl y lo que viviste ese año si mí te lo tienes bien merecido. Incluso, por otras sombras, me enteré que piensas haber encontrado el amor en la hija de un Forestal, pero nadie ama a alguien sin sombra y ahora me buscas incontroladamente por todo el mundo. La sombra gris también oyó esa disparatada situación y se lo ha dicho a la persona que me llevó, con quien hiciste horrendo trato. Ahora que estás desesperado él te visitará y sacará provecho de tu situación.

Volví a verte y, pese a que debería estar resentido por tus acciones mi alegría fue inmensa. Realmente no me prestaste mayor importancia tal parece que no aprendiste a valorizarme, más bien, buscas un estatus personal y ese es tu único anhelo. Estuve muy pendiente de ambos y su conversación. Aunque me duele que no hayas hecho todo lo posible por volverme a tener, por que vuelvas a ser mi dueño legítimo, entiendo tu decisión de no dejar tu alma aunque me dejaste a mí hace un año.
Una sombra nos sorprendió después, cuando tu desesperación me buscaba insaciablemente. Ese que llamaste Bendel trató de amenazar al hombre de la sombra gris y a la vez la sombra de el que fue tu sirviente trató de rescatarme con un jalón. Todo fue inútil. Bendel y su bondadosa sombra siguieron al hombre que ahora alardeaba de poseer dos sombras, mientras yo, manipulado, tenía que hacer todo esfuerzo por imitarlo y acoplarme a su figura amenazado por la infeliz sombra original que el poseía.

¡Schleminl! ¿Por qué no hiciste nada? Días después te encontré vagando en el bosque, a la sombra de un árbol mientras el que pretendía ser mi nuevo amo desaparecía dejándome solo y vagante por el lugar de tu descanso…
Te interrumpí el sueño y la meditación, te paraste de un salto y creo que me hablaste (es difícil decirlo ya que no tienes sombra) enseguida el invisible y perverso ser echó a correr y entendí que todo era un plan para tener tu alma.

Si hubiera podido avisarte buen, pero ingenuo, amigo. Sé que te hubiera ahorrado un millón de problemas. Tu testarudez fue grande. Trataste de violentar la sombra de otro, ya que es sabido que no existen sombras sin dueños, sin importante nada (ni siquiera que hayas pasado por lo mismo tu también). Finalmente descubriste el secreto que te llevó a todo esto, el dueño de la sombra que querías en tu desesperación, estaba junto a ti pero bajo el efecto de algún artilugio para desaparecer. Lo tomaste, huiste, te olvidase de mí. Pero mi nuevo amo te buscó. Ahí estaba otra vez a tu lado mientras espiabas en una casa a una mujer de sombra casi artística. Después de amenazas y conversaciones entre mi capturador y tú rompiste a llorar mojándome con tus lágrimas mientras seguía tendido en el suelo a tus pies. Te fuiste.

No tengo nada ahora por que sentir felicidad, la última vez que lo hice fue en aquel camino. Tú habías decidido escapar de todo los problemas que te había traído mi ausencia. Mi nuevo amo te encontró en un camino muy lejos de tu hogar. Como una burla para ambos me empujó a que me ajustara a tus movimientos y figura, me lanzó a tus pies y por sobre el pavimento. Nadie en el mundo es tan ingenuo como tú que perdiste hasta tu sombra y trataste de robarla a la persona que se la vendiste. Ese día sobre mí sentí una pesada bolsa, todo el dinero del mundo a tus pies donde debía estar una sombra que por errores y codicias dejó de pertenecerte. Ahora tu destino es incierto y no encajas en la sociedad lágrimas negras desprendí como un rastro en el suelo mientras mi futuro se decidía. Tu ausencia para siempre.

Mi confeción...

Bueno este pequeño texto de mi autor{ia sera proximamnete rescrito en video... Es un monologo muy simple pero me imagino que la trama gustará...


Sí, fui yo. Soy yo.
No fue un acto de venganza, tampoco fue por placer. Simplemente lo hice.
Él era muy cobarde, muy débil, no estaba listo para este mundo y por eso lo hice.
En el fondo era una persona mala, Llena de furia. Si yo no lo hubiese hecho, lo hubiese hecho él…a cualquiera.
Por eso no me arrepiento.
Lo conozco. Bueno lo conocía, los de su clase son los peores: siempre cautelosos, siempre serenos.
Pero en el fondo
Reprimen.
Odian.
Mienten.
Era una bomba de tiempo.
Cualquier momento explotaría contra alguien a quien amo.
Fue, más bien, un acto de piedad, por ellos, por los inocentes ¿Qué si lo volvería a hacer? No lo se, procuré que no sufra. Estoy tranquilo ahora.
Pero ese momento…
Tan solo hace horas…
Estaba muy mal, nervioso, inquieto.
Era algo que tenia que hacer y eso es todo.
Aun siento sus manos húmedas sobre mí.
No decía nada, pero en el fondo quería que lo hiciera también
Fue un rito ya muchas veces practicado por ambos.
Su fría respiración, sus ojos muy abiertos, como a la expectativa de que solo ocurra…
Y esta vez para siempre.
Así fue, como ambos lo planeamos: sin dolor, sin tensión, sin conciencia.
Me volví un animal loco, enfurecido, tras mi presa.
Entré en su habitación, en su podrido mundo.
Lo vi., me vio. Pudo defenderse, gritar, huir. Pero no lo hizo, me vio.
Fui muy concreto: “Tú sabes por que estoy aquí esta noche.”
El asentó con la cabeza.
Escapó una lágrima, no se si suya o mía, pero eso no importa.
Me dio mucho miedo. Le tenía mucho miedo.
Sobretodo cuando se paró. Casi me orino ahí mismo por él temor.
Solo pude respirar el verdoso aire que nos invadía, como de cementerio
Eso, eso siempre fue así en él, donde él estaba.
Mire hacia su crucifijo, aquel que está en la pared.
Fue extraño, me perdí.
Pude ver.
Sentir.
Oler el dolor del cristo de cerámica.
Cuando volvía de esa sensación.
Él me miraba a mí.
La cuerda estaba entre sus manos.
La alzó, como ofreciéndomela
Con la mirada me mostró una viga.
Lo suficientemente alta.
Y se volvió a sentar
Tuve tiempo suficiente para acomodar la cuerda.
Para sujetarla a la viga.
Un solo puñete en la cara. Se desmayó.
¿O fui yo?
Sus pies colgaban como a cinco centímetros del piso.
Pero su mirada,
Su mirada aun brillaba.
No dejaba de acosarme
Era lo último que vería y no quería perderse ni un detalle de mí.
Lo deje. Debió ser su última voluntad.
Mirarme.
Él ahora está mejor
Yo lo salve de si mismo, de mí, del mundo.
Él no tenía miedo y yo ahora Tampoco.
Me siento libre.
No me importa lo que hagan de mí.
O quien lo haga.
Soy libre por liberarlo
¡Sí!
Yo estuve esa noche en la habitación de ambiente verdoso.
Yo amarre la soga
La puse alrededor del cuello
Con el pie deje caer la silla.
Estaba solo.
No había nadie más
¡Sí!
Mi muerte
La de él
La de todos.
Y lo volvería a hacer.
Solo aprendí a sufrir
Y ahora por fin soy libre.

Las Milecias???? Marcel Schowob

Bueno... leí un cuento de Marcel Schowob, las milecias, lo recomiendo, y ademas me he atrevido a subir un final alternativo espero les guste aunque el final de Schowob es único.

…Las siguió presuroso por aquel callejón, casi siempre oscuro, que desbordaba hacia la habitación prohibida por los dioses. Ningún ser, a excepción del sacerdote de Erebos, había caminado antes por ese lugar. El joven sabía que el suelo que pisaba era sagrado, y que invadir el territorio del dios de la oscuridad era una insensatez que debería pagarla, incluso con la muerte.

Selene alumbraba la habitación, o por lo menos intentaba despojar de la segadora garra de Erebos aquel espacio desconocido para todos, con un fino rayo, un penetrante hilo de plata que hábilmente se filtraba entre dos bloques mediocremente ubicados en la pared lateral, por donde, al descansar la luna, era Helios quien tomaba aquella labor. La luz, sin embargo, era suficiente para que el curioso joven pudiera discernir las figuras sombrías de las vírgenes sentadas alrededor de un altar, que por la oscuridad no se podía distinguir con plenitud. Atrás como vigías de la noche, pendientes de cualquier movimiento, y como celando la pasividad de las vírgenes, su quietud, su serenidad, un grupo de aves negras enviadas por Onira, a petición de su tío Erebos.

El rayo de luna, casi insignificante, descubrió finalmente otro ser en la habitación, esta vez un invitado –o debería decir un anfitrión- inesperado. Su larga túnica se arrastraba alrededor de las castas doncellas mientras él con sus manos esqueléticas soltaba el cabello de cada una de ellas; con la otra sostenía un báculo, o más bien parecía que el báculo lo sostenía a el, ordenó que todas las vírgenes se parasen y con un movimiento de su báculo las fue desnudando una por una. Pocas horas faltaban para la salida de Helios, él sacerdote, el único permitid a entrar en la habitación de Erebos, sabía que tenía que ser rápido.

El joven cargador de cestas ingresó a la habitación en el momento justo en el que la larga vestimenta del sacerdote se desprendía completamente de él y que con la posición con la que los felinos acechan a su presa se disponía a sacrificar a la última doncella mientras el suelo se teñía de rojo por la impura esencia de las mujeres, todavía vivas al pie del altar. Tal vez su reacción no fue lo suficientemente cautelosa. No pudo pasar del gran portón cuando un gorrión se lo acercó emitiendo un espeluznante sonido.

Sentía que la mano de Ponos lo abandonaba poco a poco, el centenar de aves ya no le hacían daño mientras Thánatos lo recogía en su regazo. La vil acción del sacerdote continuaba. Ninguno de los dos sabía que Erebos planeaba desgraciar al pueblo y que el placer del sacerdote era solo un instrumento para lograrlo.

Despertar

he aqui una pequeña narración (un poco de literatura, una delicada tertulia sobre el amor, la muerte, la separación... la llamaré despertar)

Solía dejarte una leve capa de mi aroma sobre el rostro y los pechos, aun delicados, antes del hasta luego, cotidiano.

Nunca leía por la mañana- para que fatigar el cerebro pensaba- dejó el correo sobre la mesa, junto al diario, y el café para ella.

El salió, antes que ella notara su ausencia al buscarlo burdamente con un sonámbulo tacto de brazos y piernas serpenteando entre las cobijas.

Al no encontrarlo, ni a el ni a su aroma, ni a su calor, fresco por la mañana, hoy como tantas veces hecho una lágrima sobre las desordenadas almohadas rogando que el día le devuelva a su amado.

Ahí espero hasta la muerte, ahí espero hasta la mañana siguiente en que su amado dejaba caer dos gotas de un envenenador brebaje sobre el café, para acabar con la espera eterna y el eterno sufrimiento de la separación.

Misógino Vicioso (a ver si les gusta)

Una mujer.
Todas las mujeres.
Todas, tan idénticas, tan distintas.
Cuando están desnudas, dormidas, respiran, suspiran, gimen, abren y cierran los ojos… sus ojos: esos también son iguales.
Sus pechos. Ninguno es igual al del otro lado, el tamaño del derecho, la posición del izquierdo, la delicadeza y el color de los pezones. Pero todos se parecen. Porque todas son una sola y esa, la única, la inalcanzable, no existe.

Amigo, cuidado entregue su vida a una mujer pues estas son seres malévolos, lobos disfrazados en la piel de una tersa y sensual oveja. A primera mirada, muestran indiferencia, quemeimportismo, eso, eso confunde… eso tienta.

Su primera palabra- lo que le dicen- depende mucho de la mortal táctica que empleen para atrapar a su presa. A veces hablan con seguridad y uno teme, hay que mostrarse seguro (o por lo menos eso intentamos) pero, mientras mal alto se sube…
Otras veces hablan suave, delicadas, inseguras pero, esto es mucho peor. Bajamos nuestras armas, nos descuidamos y nos dejamos llevar por un canto de sirenas que aturde, que mata sin que nos demos cuenta.
Una o dos bromas, un par de horas de conversación efímera y sin importancia en donde cuentan su pasado (como advirtiendo de cómo moriremos), dos tragos (ellas siempre toman menos), y los suficientes cigarrillos como para que nos sintamos a gusto para que nos entreguemos y no reclamemos.

¡Todas son iguales! Su extraña forma: protuberantes curvas, olores y humedades.
Toman, encierran, absorben. La carne es débil por la carne, somos débiles por satisfacer el alma… mientras más alto se sube, más dura es la caída.
Esa misma noche. En la que te sientes en la cima, cuando se piensa haber alcanzado todo aquello que se esperaba y, por supuesto, de la misma manera que te encontró, te abandona. No sin antes mutilarte, desgarrarte, acribillarte, abrir tu caja toráxica y cuidadosamente sacar tu viscoso corazón, sin desconectar nada, sin que sientas nada, sin “dañar” nada. Ahora, ¡CALMA! Acerca poco a poco y lentamente su rojiza boca. Desprende saliva espesa conforme separa esos carnosos labios, afloja su mandíbula, con lágrimas en los ojos te muestran sus blancos dientes. No, no te permiten llorar también.

Ahora estas listo…

Gritos, gemidos, insultos. Esa macabra danza acompañada de plegarias por lo que nunca fuiste por ella. Tu esperada sentencia.

A medida que cierran sus caníbales mandíbulas la sangre salta como lava de volcán. Manchando todo lo que alguna vez creaste en el nombre del amor.
¡Es justo! El único dolor que usted sintió fue el de los ablandantes dientes y uñas asfixiando su órgano cardiaco, separándolo en varios pedazos de carne putrefacta e inservible- Digno aperitivo de las sobras de l día siguiente- ¡Es justo! Por que usted no fue quien ella esperaba que fueras por tu linda cara, elocuente uso del lenguaje y distinguida posición social.

Pricioneros de Papel

he aqui un cuentillo viciado espero que lo disfruten:

Si mal no lo recuerdo todo sucedió el veintiocho de septiembre, solo unos cuantos días después de tu cumpleaños. Fue Sebastián, un viejo amigo mío, quien con lujo de detalles me habría de contar la trágica historia de Patricia y el accidente que acabaría con su vida.
Ni las joyas, ni el abrigo, aquel tan elegante de piel de armiño, le sirvieron a la vieja a la hora de la muerte, pero cuando Dios manda...pensé.
Nunca imaginé que aquel relato, el cual lo tomaría después como la historia principal de mi trabajo de literatura, lo protagonizaría tu prima, la más cercana de tus amigas.
La verdad, como para mi fue solo un rumor, nunca vi el mal que podía hacer a los seres queridos de Patricia. Toda la culpa... toda la culpa la tiene aquel profesor, día tras día, a cada hora, insistiéndome sobre el cuento y exagerando sobre “mis grandes habilidades de escritor”, me sentí tensionado, ¡ya no sabia que escribir!
Bueno, ahora, ¿ahora qué?, Patricia, tu prima, no descansa, no encuentra paz. Se siente encerrada en la hoja de papel que yo decidí sería su eterna prisión, y lo peor es que su alma me busca y sé que hasta encontrarme seguirá haciendo daño a gente inocente.
El primero fue aquel chico, Gustavo, nunca nos simpatizamos, la verdad no era tan malo podíamos ser hasta unos buenos amigos, ¡pobre, no era su destino, era el mío! No quiero saber cuántos más han vivido lo que él padeció, fue horrible, hasta quién hizo el informe policial se asombró: “a plena luz del día, en una de las avenidas más seguras de la capital, la Avenida de los Shiris, y a la altura del Parque la Carolina, la sorpresiva avería de un automóvil- sin razón alguna explotaron las llantas delanteras- le causó la muerte a un ciudadano de diez y nueve años...”
Murió de la mismo manera que Patricia, ya nada es seguro incluso me arrepiento de exagerar el final, el de Patricia, el de Gustavo y pronto el mío:
“el auto se deslizaba a gran velocidad, las sombras de las personas se distorsionaba como hondas en el agua, aquella obsesión por huir de su destino hizo que en aquel momento Patty, como la conocían sus amigos, enloqueciera y perdiera el control del auto. Nadie sabe en verdad lo que pasó, el auto contra el poste que caía sobre la tribuna, desde donde todos los años observaba los desfiles patrióticos, la sangre, el vidrio del costado empañado, su rostro y el volante, las sirenas de la cruz roja y adelante del auto una fría sombra que observaba los vestigios de las llantas destrozadas por aquella misteriosa explosión.”